Cartel de Obama celebrando su visita a La Habana
La Habana acoge por estos días la visita del presidente Barack Obama y Tradicionales de los 50 quiere recordar la estancia del famosísimo cantante norteamericano Nat “King” Cole hace 60 años. Nos complace comprobar el rico legado de influencias musicales entre EEUU y Cuba, y las decenas de músicos de ambos países que han enriquecido sus modos de hacer, situando al Jazz en la más alta expresión de esta colaboración.
La voz de un negro norteamericano recreó composiciones de la música cubana tradicional de la década de los 50.
Por Pedro J. Herrera Echavarría
Aunque las tres visitas que Nat “King” Cole hizo a nuestro país fueron desde el año 1956-58, sin embargo su tarjeta de presentación “musical” aquí fue cuando su voz se oyó en 1951 interpretando el número Mona Lisa.
La composición tuvo tal impacto que en la isla se hicieron versiones por agrupaciones famosas como el Cuartero Llopis-Dulzaide, el trío de Isolina Carrillo, la Orquesta Casino de Sevilla y la Orquesta de Dámaso Pérez Prado.
Antes de venir a trabajar oficialmente en Cuba, Nat hizo un viaje personal y en esa ocasión no quisieron darle hospedaje por el color de su piel en el Hotel Nacional, como en otra ocasión le sucedió también a Josephine Baker. Pero cuando fue contratado para actuar en Tropicana, exigió y se le concedió hospedarse en la citada instalación hotelera, donde la nueva administración tiene hoy en su hall de la fama una figura en cera del cantante y pianista.
Alberto Ardura, jefe de relaciones públicas del mundialmente conocido cabaret Tropicana, alquiló un Super G Constelations de Cubana de Aviación, e invitó a periodistas, fotógrafos y artistas para recoger a Nat en Miami.
Para sorpresa del cantante, quien viajó acompañado de su esposa, su hija Natalie, un grupo musical y equipo técnico, aquel espacio se convirtió en una pista volante e incluso se unió para cantar y bailar El Manisero, de Moisés Simons, con la bailarina cubana Ana Gloria.
Desde la altura, al entrar en la capital, quedó tan impresionado como Colón al descubrir la isla: “La Habana es muy bella, uno se sorprende desde el avión”.
Luego de la consabida conferencia de prensa en el aeropuerto Internacional José Martí, hizo un bojeo a la capital. Llegó a Tropicana en un “estudio de terreno”. Después recorrió la intersección de las calles Galiano y San Rafael en Centro Habana, seguido por las miradas de asombro de los transeúntes que le reconocían.
La primera noche de Nat “King” Cole
“Damas y caballeros, el Cabaret Tropicana se complace en presentar al inigualable, Nat King Cole”, anunció el animador y cuando el artista estuvo en el escenario, como movidos por una fuerza extraña, los parroquianos se pusieron de pie y le tributaron una larga ovación de bienvenida
Para acompañarlo estaba la Orquesta del centro nocturno, dirigida por Armando Romeu, el grupo musical del visitante, un refuerzo de violines de la Orquesta Sinfónica Nacional, Guillermo Barreto en las tumbas y Bebo Valdés al piano en El bodeguero, esto último a pedido del propio Nat.
El ya fallecido músico cubano Senén Suárez, recordaba que en cada presentación, Cole cantaba 37 canciones cortas y al final se sentaba al piano para descargar jazz en lo cual también era un maestro consumado.
Una anécdota
El escritor Enrique Núñez Rodríguez, contaba que una de las noches una de las damas asistentes, con algunos tragos de más, después de las primeras canciones exclamó: “Si me lo pintan de blanco, le pagó un millón de dólares y me lo llevo esta noche a la cama”.
Nat no le hizo caso pero otra canción más tarde, y ya con un lenguaje más alcoholizado añadió: “Ya no hace falta que me lo pinten, me lo llevo así mismo”. La encopetada dama fue sacada a rastras del lugar por su enojado esposo.
Lo más importante
Todo indica que Nat “King” Cole se dio cuenta de que los músicos cubanos que le acompañaban eran todas estrellas, recordaba Romeu y de ahí surgió el proyecto de la grabación de un disco con canciones cubanas y de otros países de este continente, para los sellos Panart y Capitol, el primero de una serie en español.
Los números fueron: El bodeguero (Richard Egües), Acércate más, Quizás, quizás, quizás y Tres palabras (Osvaldo Farrés), Aquellos ojos verdes (Adolfo Utrera-Nilo Menéndez) y Tú mi delirio (César Portillo de la Luz), esta última en una “descarga” personal al piano ante la imposibilidad de aprenderse fonéticamente la letra.
Nat, a pesar de su “r” arrastrada, convenció y estuvo en el Hit Parade nacional, demostrando así que con talento y sentimiento se puede ir a bailar en casa del trompo y triunfar.