Apenas a unos metros del Bosque de La Habana, en la céntrica avenida veintitrés, del barrio del Vedado, se encuentra el acogedor apartamento donde reside una de las leyendas vivas de la cancionística cubana, la súper carismática Migdalia Hechavarría. Desde que empezó nuestra conversación descubrí que cada una de sus palabras poseía el peso de la memoria y de la emoción.
Nacida en la siempre añorada ciudad de Santiago de Cuba en 1941, nos sorprende por su vitalidad, y por la disposición de compartir con los más jóvenes las grandes experiencias de su carrera profesional. Nieta del emblemático trovador santiaguero Ángel Almenares, amigo de Sindo Garay, exhibe con orgullo su paso por los más disimiles escenarios; y declara una gran satisfacción por la preferencia que Gabriel García Márquez experimentaba por ella, con quien llegó a tener una bonita amistad. Sintiéndome como en mí propia casa gracias a su hospitalidad, comencé con las preguntas.
Hábleme cómo se descubre en usted la vocación, y de los comienzos de su carrera artística
Yo comencé mi carrera en Santiago de Cuba con siete años, en un programa infantil competitivo que se transmitía en La cadena Oriental de Radio y se llamaba “La pandilla cabeza de perro” que hacía referencia a una cerveza muy popular en Cuba por aquella época (1948). La primera canción que interpreté fue Frutas del Caney y gane el primer lugar. Después formé un trio con compañeras de la escuela; que le nombramos “Las Tres M”: Marcia, María y Migdalia.
A los 13 años llego a un concurso radial de canto llamado La escala de la fama, en 1954, de esa competencia también salió La Lupe. Entre los tres primeros premios me encontraba yo, La Lupe, y Manuela Cobián; a partir de ese momento se inicia mi trabajo como profesional, que no se ha detenido hasta el día de hoy.
¿Qué me puede decir de su llegada a la Habana en 1958?
Recuerdo mi primera actuación: fue en el Hotel Sevilla, en el Piano Bar; allí para suerte mía trabajé con Bebo Valdés en el piano, Cachao en el bajo, y Rolando la Serie en la batería. Cuando me instalé a cantar Bebo me dijo: “Ven acá mulatica, de dónde tu saliste”; y yo le respondí que mi abuela vivía en Santa Amalia, que prácticamente era vecina suya. Bebo impresionaba por la maestría con que hacia todo.
Posteriormente y de manera accidental llego al Cabaret Morocco, ubicado en la calle Neptuno, donde compartí escenario con Barbarito Diez. Después fui a Varadero, entre otras presentaciones allí recuerdo haber cantado con Benny Moré en el Oasis, también me presenté durante algún tiempo en el Hotel Caguama, y en el Cabaret Continental de Hotel Internacional de Varadero junto a Meme Solís y su cuarteto.

“Cuando actúo, me entrego”, dice la cantante
¿Qué compositores usted prefiere interpretar?
De los cubanos José Antonio Méndez y César Portillo de La Luz, con este compartí mucho en el Gato Tuerto. Ellos son los elegidos cuando me refiero al género bolero, de los soneros prefiero a Miguel Matamoros. Sí hablamos de los foráneos tengo tres grandes pasiones que son: Armando Manzanero, Agustín Lara y Juan Gabriel; los admiro por esos grandes bolerazos que han dejado, interpretarlos es la vida misma. Piensa en mí, de Agustín Lara es como una bandera donde quiera que llego.
¿Me puede dar su opinión sobre el estado actual de la música cubana?
Creo que está en un buen momento, pero pienso que el secreto para que siga adelante y se mantenga viva está en no traicionar sus raíces, un ejemplo de ello es el proyecto Tradicionales de los 50, ya que noche tras noche contamos con un excelente público que viene de todas partes. Una cuestión interesante tiene que ver con el protagonismo que ha recuperado el son dentro de lo que se está haciendo. Lo innegable es que Cuba es una cantera de músicos espectaculares, y lo más importante es poder ubicarse en el verdadero valor de nuestra música.
¿Cuáles considera que son los aportes que ha hecho a su carrera el proyecto Tradicionales de los Cincuenta?
En los 5 años que llevo en el proyecto, lo que más me ha aportado es ver la reacción del público; son personas de distintos lugares que hablan diferentes idiomas… Ver como disfrutan resulta maravilloso, y entonces uno dice: ¡Les ha llegado lo que hacemos!, ese es el misterio de la música cubana.
¿Qué representa la noche para usted?
La noche es mi vida, yo no puedo dejar de cantar… En mi noche como ya te comenté, ocupa un lugar muy importante El Gato Tuerto, allí mí espectáculo dura lo que el propio público vaya queriendo, una, dos, tres horas. Me hago acompañar por el piano, la percusión, una guitarra-tres y el bajo, siempre yo soy la que cierro la noche.

“Uno de los mejores recuerdos de mi carrera fue estar al lado de la reina Celia Cruz”, (Migdalia Hechavarría)
Migdalia, quiero que me mencione algunas de sus mayores realizaciones
Bueno ante todo la primera vez que llegué a Roma en el año 1998. Estaba con mucho temor porque era un escenario que nunca había pisado, y para mi sorpresa fue espectacular. También quiero mencionar mi desempeño como primera figura del Cabaret Tropicana y los diecisiete años en el Cabaret Parisién del emblemático Hotel Nacional de Cuba.
¿Cómo se ha sentido siendo embajadora de la música cubana en tantos lugares del planeta?
Me he sentido felicísima porque para suerte mía siempre he tenido buena acogida. He estado dos veces en el Festival de Jazz de San Remo; la primera vez fue en el año 2000, coincidiendo con Chucho Valdés en la misma noche y la otra vez en el año 2003. Recuerdo además otros escenarios como la Feria de Málaga, Barcelona, y las actuaciones en Noruega, Suecia, en México en tres oportunidades. Colombia, Panamá, en España varias veces, y en Bahamas entre otras.
De todas esas glorias de la música con las que ha compartido escenario, ¿Siente especial admiración por alguna?
Por Oscar de León, admiro mucho su gran sencillez, y agradezco el afecto con que él me acogió para presentarme en su espectáculo. De Oscar impresiona su despliegue de energía y su genial sentido de la improvisación en los escenarios.

“Oscar es un tremendo admirador de la música cubana”, (Migdalia Hechavarría)
¿Que usted piensa de ese misterio de la improvisación dentro de la música cubana?
Eso nace y va saliendo, no se piensa, vas cantando y vas tramando; los grandes improvisaban mucho y fueron dejando ese gran legado, que se ha esparcido con éxito por muchos lugares y entre diversos intérpretes.
¿Cómo es el futuro para Migdalia?
El futuro para mi es seguir cantando, que el público me siga queriendo, porque aunque no sea tan famosa tengo un público que va por mí a los shows, es un público diverso, integrado por personas de todas las edades. Lo que está por llegar es la continuación de todo lo que he vivido con mucha intensidad y será bienvenido. Como te he dicho; soy hija de Yemayá, y ella rige ese futuro que asumo sin temor, y estoy segura, que aún me puede ofrecer muchas satisfacciones.