Tradicionales de los 50 pone a consideración de ustedes un artículo del periodista y poeta Luis Sexto acerca de una de las expresiones de música popular cubana más regionales y autóctonas, el sucu suco. Nacida en Isla de la Juventud (antes Isla de Pinos), tiene una especial manera de ser tocada y guarda familiaridad con el son nacido en el occidente de la Isla grande. Desafortunadamente apenas se escuchan sucu sucos en la radio ni en el repertorio de las orquestas cubanas actuales, no obstante, este género constituye un verdadero patrimonio musical cubano; sus melodías pegajosas y su particular cadencia, hacen que una vez que se oiga ya sea difícil de olvidar.
LA PATRIA, EL SEXO Y EL SUCU SUCO
Por: Luis Sexto

Mongo Rives máximo exponente del sucu suco pinero
Cimbra todavía el sucu suco en los zapatos de los bailadores. Vibra aún en el laúd de Mongo Rives, guajiro de voz aguda y recia que mantiene vigente un ritmo nacido en la Isla de Pinos, a mediados del siglo XIX. El sucu suco es el molde de los episodios costumbristas, la crónica un tanto satírica de lo cotidiano.
El compositor Eliseo Grenet, autor de Mamá Inés le puso la o por la u en la última palabra, cuando en la década del 1940 la varita mágica de su talento echó a volar la música pinera por los escenarios, los salones, los gramófonos, la radio de Cuba y por otros países por donde la gente oyera y bailara con la música cubana. Pero desde el principio no se llamó sucu sucu o sucu suco. Surgió hacia 1840 con el apelativo de rumba o rumbita. Y en 1910 le pusieron cotunto y a partir de 1920 el pueblo lo renombró como sucu suco.
Aún hay desacuerdo en la clasificación. Los pineros consideran al sucu suco como un ritmo nuevo en su origen, pero con el son montuno dentro. Alegan que es un son distinto. O “mal tocado”. La diferencia se aprecia en la percusión. La tumbadora y los bongoes, donde laten las células rítmicas, que suenan de otra manera en el sucu suco. Los estudiosos sin embargo, lo clasifican como una variante del son. No se conoce exactamente cuál fue el primero. Están muy emparentados. En 1840 se interpretó el primer sucu suco. El nombre definitivo provino de los norteamericanos. Ellos —nuevos colonos de la Isla de Pinos—, preguntaban al oír el ritmo por la razón de ese “suc, suc”. Y esa onomatopeya era el rayado que producían los pies sobre el piso al bailar la rumba o el cotunto, y el sonido que despedían los instrumentos, entre ellos el machete de trabajo frotado con otro metal.
Uno de los sucu sucos más célebres es el de Felipe Blanco. Grenet lo popularizó con otra letra. Y ella inspiró que se le asumiera como una metáfora sexual. “Conozco a una chiquita, / alegre y sandunguera / que está medio loquita, / caramba por ver el majá… Ya los “majases” no tienen cuevas / Felipe Blanco se las tapó, / se las tapó, / se las tapó, / que lo vide yo”.
Según la tradición Felipe Blanco delató a los insurrectos que protagonizaron el alzamiento de 1896 en la Isla de Pinos, y que se habían refugiado en las cuevas. Los españoles decían: “Los “majases” no tienen cuevas / Felipe Blanco se las tapó, / se las tapó, / se las tapó, / que lo vide yo”. Y los patriotas ripostaban: “Felipe Blanco los traicionó / los traicionó, los traicionó, / los traicionó que lo vide yo”. Y seguía otro verso: “Martínez Campos tenía una flor / y Maceo se la quitó, / se la quitó, se la quitó / que lo vide yo”.
Allí, en la actual Isla de la Juventud, (antes Isla de Pinos), al suroeste de Cuba, cuidan y veneran a Mongo Rives como un valor del patrimonio local. Los bailadores rebautizaron al trovador con el sobrenombre de “El Rey del sucu suco”. Cualquiera acude a él para proponerle fijar en música algún incidente. Una vez en una cafetería de Nueva Gerona servían té y café en tazas sin asa. Un cliente, viendo allí al trovador de quemado y resignado consumidor, lo conminó: ¡Epa, Mongo Rives, meta esto en un sucu suco! Pues ya está hecho, respondió. Y de vuelta a casa, se empalmaron los versos del estribillo, luego el resto de la letra y también la música: “La taza no tiene asa / y no la puedo agarrar, / si sigo con esta taza / al fin me voy a quemar…”.
Fuente: “Historias de bolsillo”, Luis Sexto. Editorial Pablo de la Torriente; 2015.
Fotografías: http://consuladodecuba.blogspot.com/2012/11/guateque-campesino-cubano.html y http://carapachibey.blogspot.com/2013/12/carapachibey-con-el-rey-del-sucu-suco.html