Uno de los rasgos más distintivos de la tradición musical cubana ha sido la intervención de familias ilustres dentro de sus más notables acontecimientos, en esta ocasión nos ocuparemos de dos de estas familias, unidas por la magia del apellido Valdés, y también por la realización de muchos proyectos en común.
Los Valdés y el piano…
Empecemos por la familia que ha logrado imponer una manera muy peculiar de interpretar y componer en el piano sobre todo cuando este se encuentra al servicio de los ritmos populares. Me refiero exactamente a los descendientes de Ramón Emilio Valdés Amaro, conocido en el mundo artístico como Bebo Valdés, que nacido en 1918 viene siendo la semilla principal de lo que con los años se ha transformado en una rica herencia capaz de alternar con brillantez la sabiduría del pasado con las exigencias del futuro.
Bebo Valdés estuvo muy despierto en las décadas de los cuarenta y los cincuenta del pasado siglo ante las grandes transformaciones que ocurrían en la música cubana por aquella época y sobre todo a su proceso de universalización. Pienso que su mayor aporte está vinculado a la gran capacidad que tuvo de sintetizar dichas vivencias en su propia obra que de manera ejemplar alcanza el siglo XXI, y armoniza de forma sorprendente con muchos conceptos actuales.
Su primer hijo Dionisio Jesús Valdés Rodríguez: Chucho Valdés, nacido en 1941, a los tres años ya tocaba el piano, y a los dieciséis debuta con la orquesta de Bebo. Su historia como interprete y compositor es ampliamente conocida y admirada, teniendo entre los hechos más relevantes la composición de la pieza Misa Negra; la obtención de varios Premios Grammy, y la formación de una agrupación como Irakere, en la que se hizo acompañar de músicos brillantes, convirtiendo el proyecto en un verdadero laboratorio de la música cubana, el Latin-jazz y la fusión, capaz expandir su trabajo a través de los cinco continentes; y en particular quedar él registrado como una de las grandes estrellas del jazz moderno.
La otra hija de Bebo, Mayra Caridad Valdés es dueña de una de las voces más singulares e impresionantes que han surgido en Cuba, nacida en 1956, llega a los escenarios a través de un concurso de canto. Después de incursionar en algunas presentaciones de Irakere, a partir de 1994 se queda definitivamente en la banda, además de ser figura en el Cabaret Tropicana, y realizar giras internacionales al lado de figuras de la talla de Harry Belafonte.
Una parte importante de esta historia la han venido escribiendo algunos de los hijos de Chucho; primeramente hablaremos de Luis Jesús Valdés Jr., nacido en 1968, considerado por algunos allegados como una especie de niño prodigio, compone y arregla desde muy pequeño, Chucho Jr., como también se le conoce, dirigió Irakere durante dos años, ocupando el lugar de su padre, siendo merecedor de importantes premios internacionales; además de poseer una excelente discografía como solista sobresaliendo su álbum en vivo The prince of Cuban Jazz.
Otros dos hijos suyos; Jessie Valdés y Leyanis Valdés, el primero desde la batería y la segunda también desde piano, han unido sus talentos bajo el sello de Valdés Brothers , desde pequeños ambos no vieron otra cosa que no fuera hacer buena música, lo cual ahora repercute en un trabajo muy serio que entre otras cosas rescata y promociona momentos memorables del Latin-Jazz.
En el panorama actual del jazz cubano también sobresale Roberto Carlos Rodríguez Valdés, conocido como Cucurucho Valdés; quien es sobrino de Chucho e hijo de Mayra Caridad; talentoso pianista con gran experiencia en la música cubana bailable , ya que ha formado parte de agrupaciones como: Van-van, Charanga Habanera, y Charanga Forever.
Los otros Valdés: el bolero, la percusión, la música afrocubana…
La otra familia Valdés que nos ocupa tiene sus orígenes en el mítico barrio habanero de Cayo Hueso y se compone de varias generaciones de valiosos músicos. A la primera de esas generaciones pertenecieron cuatro hermanos: los cantantes Vicentico y Alfredo Valdés y los percusionistas Marcelino y Oscar Valdés. Vicentico, nacido en 1921, ha sido considerado por los especialistas como uno de los mejores intérpretes del bolero internacional. Cantó en el sexteto nacional y en La Charanga de Cheo Belén Puig al igual que su hermano Alfredo, agrupación en la que también tocaron Oscar y Marcelino.
Oscar llego a grabar a finales de la década de los cuarenta con la Orquesta de Bebo Valdés, y junto a su hermano Alfredo fue uno de los fundadores de la Orquesta Cubana de Música Moderna de donde se desprendería el ya mencionado proyecto Irakere. Su hijo también llamado Oscar Valdés Jr. nace en 1937; con los años se transforma en un ferviente especialista en percusión afro, combinando este don con el de una voz mandada a hacer para invocar y honrar a los ancestros. Junto a Chucho y otros virtuosos, fue uno de los líderes de Irakere; su energía en los escenarios llega a ser bendecida por no pocos bailadores de la isla. Ya en este siglo XXI consolida su propia agrupación llamada Diákara, cultores de una elegante fusión; en donde son protagonistas sus hijos Diego, bajista, y Oscarito Valdés, baterista; este último ya bien conocido por los melómanos por sus destacados aportes en el memorable grupo Afrocuba.
Como parte de esta descendencia sonora nos quedaría por mencionar al otro hijo de Oscar Valdés: Lázaro Valdés y a la vez a su hijo Lazarito; el primero nacido el 17 de diciembre de 1940, hermano de Oscar Valdés Jr., pianista, compositor y arreglista ha transitado por varios proyectos de la música popular cubana hasta llegar a su agrupación actual SonJazz en donde cultiva el jazz, partiendo de sonoridades bien tradicionales. Su hijo Lazarito, también pianista, director y compositor sobre todo es muy reconocido por ser el líder de la exitosa banda Bamboleo, durante más de dos décadas.
Así le he hemos presentado a dos familias que han aportado en grande a la riqueza de nuestro patrimonio musical, una sumergiéndose en lo más hondo de lo popular, la otra mezclando ese mismo alimento con eventos afines de la mejor música internacional.