Hay artistas que resultan eclipsados por su obra. Así ha pasado con muchos autores que logrado el arraigo popular de sus creaciones, el origen de las mismas se confunde y solapa con otras suertes, de forma tal que algunas de ellas caen en el gigantesco saco del folklore anónimo, definición que resulta si pensamos bien, una sutil paradoja.
Por supuesto que todos conocemos la popular canción Mata Siguaraya, —redescubierta por los cubanos cuando en 1983 el salsero Oscar D´León visitara el balneario de Varadero en uno de aquellos inolvidables festivales de música cubana e internacional —. En una de sus estrofas dice:
En mi Cuba nace una mata
que sin permiso no se pué tumbá
no se pué tumbá
porque son Orisha
Por supuesto que sí, te viene enseguida a la mente… Y si has visitado el Show de Tradicionales de los 50, por supuesto te acordarás de la memorable versión que Juana Bacallao hace de esta canción. Si ahora te preguntáramos quién la compuso, con certeza tu memoria ya no estaría tan segura en definir alguna respuesta… ¿Quizás Piñeiro? ¿Don Miguel? ¿Un integrante de la Sonora Matancera? ¿El mismísimo Benny?… No. Te equivocaste, y puedo atreverme a decir que sólo muy pocos conocerán el nombre correcto de su autor. En este artículo te vamos a despejar esa duda…
Te damos una pista: el creador llevaba la rumba en la sangre
Hay algunos que sitúan los orígenes de la rumba en las antiguas culturas de Fenicia y Egipto (sin dudas todo un show habrá sido ver a la faraona Nefertiti con las caderas estremecidas a golpe de tambor…), sin embargo son más los que abogan por su nacimiento en Cuba, derivado, por supuesto de las distintas expresiones danzarias y musicales africanas, sobre todo las venidas del occidente de ese continente. Se dice que la rumba es un complejo, integrado por tres corrientes: el yambú y el guaguancó, ambos de origen urbano y la columbia, de origen rural. Las lírica de las tres está plagada de palabras y giros tanto africanos como españoles, los componentes básicos de la nacionalidad cubana.
Aquí te decimos que nuestro personaje es un prolífico autor de sonados y populares guaguancós. El guaguancó no sólo se toca, sino que también se canta y se baila. Sus letras vienen a ser una “crónica social” de la gente humilde, las que vivían (y viven) en las cuarterías o solares; viene a ser la “rumba cantada”, por excelencia. Nuestro autor desconocido, logró mayorear en todos los elementos del guaguancó; no solamente fue autor, sino que también destacó como cantador, bailador y quinto.
Rumba y guaguancó lograron máxima expresión en las ciudades de Matanzas y La Habana. Dentro de la capital, los barrios de Guanabacoa, Regla, Marianao y Centro Habana se llevaron las palmas. Precisamente el 5 de abril de 1919 en el solar “El Modelo” en las calles de San Rafael y Hospital, en pleno barrio de Cayo Hueso vio la luz nuestro rumbero incógnito. Tuvo varios oficios, pero se puede decir que vivió de rumba en rumba, con la ventaja doble de participar en la fiesta y además ganarse algunos pesos. Otra rumba de su autoría es Siento que me regaña el corazón; con su famosísimo estribillo:
Si tú me lo das, ¿por qué me lo quitas…?
¿Ya adivinas? ¿Todavía?
Si Pérez Prado fue el “Rey del Mambo”, el “Rey del Guaguancó” fue…
Gonzalo Asencio, y de este personaje es que te estoy hablando. Más conocido como Tío Tom, apodo que nada tiene que ver con la romanticona novela de la escritora norteamericana del siglo XIX Harriet Beecher Stowe. El Tío Tom, señores, sin ninguna duda fue el mejor y más prolífico autor que ha dado Cuba en esa popular variante de la rumba que se llama guaguancó. Podemos aseverar sin temor a equivocarnos que se cuentan por miles los cubanos y extranjeros que han disfrutado con las ya legendarias creaciones del Tío Tom, y sin embargo, pocos fueron los que lo vieron o lo conocieron personalmente, excepto, claro está, las personas allegadas a su círculo más íntimo, formado por músicos de estirpe rumbera.
Hijo de sus circunstancias, el Tío no pudo escapar de las peleas en las que a veces terminaban las fiestas de los barrios habaneros, allí las diferencias se dirimían con puñetazos y puñaladas. Sin embargo, el más grave problema que tuvo Gonzalo Asencio fue por temas políticos, pues era oponente declarado del gobierno del presidente Carlos Prío Socarrás, presidente de Cuba de 1948 a 1952.
Después de 1959, no se detuvo la labor creadora del Tío Tom, esta vez en su variante más social, creador del que podríamos llamar, guaguancó revolucionario, con temas propios de la efervescencia política de aquellos tiempos.
El más plagiado, despojado e imitado

¡Tío Tom soñaba con rumba!
De los autores populares fue sin duda el Tío Tom. Numerosos son los ejemplos de artistas que llegaron a Cuba cantando composiciones “anónimas” o adjudicadas a determinado autor y que resultaron salidas de la pluma del rumbero de Centro Habana. Además era tan grande la cantidad de canciones, creadas por él, que en ocasiones ni las recordaba con certeza, pues no solamente compuso guaguancós, sino también incursionó en otros géneros, como el pregón o temas tradicionales tomados de las creencias africanas. Sin embargo, jamás una composición del Tío le hizo guiños a la grosería ni a la vulgaridad, a pesar de tocar temas tan escabrosos como el machismo, la guapería, el desengaño amoroso o el racismo.
Para cerrar te proponemos el más conocido guaguancó del Tío Tom, que por supuesto has escuchado decenas de veces, y en las voces más populares del género en Cuba, desde Miguelito Valdés hasta Celeste Mendoza:
Consuélate como yo,
Que yo también tuve un amor, y lo perdí…
Y por eso digo ahora, ya yo no vuelvo a querer.
De qué te sirvió el querer
Si a ti también te traicionó como a mí.
Por eso ahora,
Ya yo no vuelvo a querer,
Ya yo no vuelvo a querer,
Ya yo no vuelvo a querer…
Fuente consultada: Del tambor al sintetizador, Leonardo Acosta, Editorial Letras Cubanas, 2014
Fotos: http://salsachile.com/guaguanco/
http://esquinarumbera.blogspot.com/2006/09/leonardo-acosta-la-rumba-y-to-tom.html