Tres ases al tiro
Lola Flores
Los tres nombres españoles que más impactaron durante esa década, a mi entender, fueron Lola Flores, Pedrito Rico y la sacratísima Sarita Montiel.
La primera, apodada como “La Faraona”, embrujó al público cubano con su gracia andaluza.
Aquí se presentó en el ya inexistente cabaret Montmartre, de la calle O, Vedado, y en su voz por la radio la gente agradeció sus interpretaciones de La Zarzamora, Pena, penita, pena, Lola Puñales, Limosna de amores, Tanto tienes, tanto vales y otras.
Un ángel en La Habana
La popularidad de Pedrito Rico en esta capital pudiera sintetizarse con el reconocimiento que se le concedió acá dándole el Disco de Oro en 1958.
De origen español, realmente su primer éxito fue con la compañía Romería cuando cantó en el teatro Avenida, en la Argentina en 1956 y donde le “galardonaron” con el alia de “El Ángel de España”, que luego serviría de título como protagonista de una de sus películas.
Testigos de su presencia aquí aseguran que batió todos los récordes de taquilla, superando con creces los obtenidos por Libertad Lamarque y Jorge Negrete… En las calles se vendieron pañuelos de seda y faldas estampadas con la imagen del cantante. .
Julián Mariño, corresponsal del periódico Sureste, de Alicante, rememoraba en un escrito como las chicas hacían una cola interminable, las muchachas subían al escenario para tratar de besarlo, de quitarle la ropa, o algún recuerdo. E incluso se fundó un Club de fans Pedrito Rico, que le regaló trofeos, medallas y hasta un escapulario de oro que siempre llevaba consigo.
Muchos números se añaden a su lista de populares pero sólo mencionaremos Mi perrita pekinesa, La campanera, Mi escapulario y Dos cruces.
Sarita en persona
En 1958 hacía furor en las salas de cine dos películas protagonizada por Sarita Montiel: La violetera y El último cuplé. La última llevaba tres semanas a lleno completo en tres salas de la capital, cuando en septiembre se recibió la visita de la artista.
Vino contratada por el ingenioso Gaspar Pumarejo y desde el primero de octubre, durante nueve días seguidos, conversó y cantó por el espacio Escuela de Televisión del Canal 2, con intermedios para anunciar a los patrocinadores: los cigarros Competidora Gaditana y la marca de refresco Pepsi Cola.
Pumarejo, el magnate de la pequeña pantalla le dio atención personal: estuvieron juntos en el cabaret Tropicana, en su recorrido por la tienda por departamentos La Época, que tenía la exclusiva de sus discos y en la alcaldía de la capital donde la nombraron Hija Adoptiva de La Habana.
El 5 de octubre hizo un concierto en el teatro Blanquita (hoy Karl Marx) y en nueve cines de la capital se volvían a exhibir algunos de sus filmes, con similar éxito.
La admiración no sólo era del público sino también de la prensa, como el periodista Ramón Becali Jr., que en el diario El País, escribió: “Sarita Montiel, excelente actriz y una de las que ha difundido, vestido y aristocratizado el cuplé”.
Curioso, ¿verdad?
Sarita Montiel personificó a una linda guajirita cubana en el filme (1955), Frente al pecado de ayer. Era una chica enamorada del administrador de una finca, interpretado por el galán cubano Alberto González Rubio, mientras el malo de la película lo interpretaba el también cubano Alejandro Lugo.
Pero, ya en 1953 había trabajado en otra cinta junto a actores cubanos: Piel Canela. Allí compartió sus roles con Rosita Fornés, Celia Cruz, con las orquestas la Sonora Matancera y Julián Gutiérrez. Cantó Perfidia, bolero de Bobby Capó y Agua tá caé, afro de Alejandro Mustelier.
Grabó varios números de autores cubanos como Quiéreme mucho, de Gonzalo Roig, Lágrimas Negras, de Miguel Matamoros, Toda una vida (título de una de sus películas), Quizás quizás, Tres palabras y Acércate más, de Osvaldo Farrés.
Algunos de sus populares cuplés fueron acogidos y llevados a ritmos cubanos por solistas y orquestas de la isla. La orquesta Aragón (Ven, ven, Clavelitos), Celeste Mendoza acompañada por la orquesta de Bebo Valdés (El relicario, Sus pícaros ojos y Balance, balance), el dúo cómico de Pototo y Filomeno recrearon una parodia de Fumando espero, con la orquesta Melodías del 40.
La violetera, fue grabada en tiempo de guaguancó, una variante de la rumba, por Paulina Álvarez, la emperatriz del Danzonete.
Fuentes: Cubanow, Sara, la cubana, artículo de Sigfredo Ariel publicado en el 2013