Esta isla ha sido prodiga en producir cantantes tan diversos, que algunos de ellos han encantado al mundo por su manera tan singular de expresarse en los escenarios, solo por mencionar unos pocos podríamos hablar de Benny Moré, La Lupe, Olga Guillot, Bola de Nieve, Antonio Machín, Celia Cruz, y Pablo Milanés. En esta ocasión hemos querido conversar con tres intérpretes que tienen dos cosas en común; la primera es que los tres fueron promovidos en un legendario concurso televisivo (de los que Cuba fue pionera) en los inicios de los ochenta bajo el sello de “Todo el Mundo Canta”. La segunda es que en la actualidad forman parte del espectáculo Tradicionales de los 50, que cada noche se presenta en la Sociedad Rosalía de Castro. Sus nombres son Millán Zuaznábar; Leonor Zayas, y Sergio Farías.
El dialogo con ellos transcurre en plena celebración de la tercera temporada del certamen de canto Sonando en Cuba; por ello sus confesiones y opiniones me parecieron muy oportunas para los que ahora se abren paso llenos de ilusiones y proyectos.
De la cocina al escenario.
Millán Zuaznábar en la noche de premiaciones de “Todo el Mundo Canta”
Millán Zuaznábar derrocha simpatía y sencillez, su criollismo espontáneo llega a ser un verdadero espectáculo; apenas unos minutos antes de él salir al escenario pudimos conversar:
¿Cuántas emociones usted vivió dentro del programa “Todo el mundo canta”?
Emociones muchísimas, y para mi representó el comienzo de una carrera profesional, aunque como artista venia manifestándome desde niño. Nunca he podido olvidar la noche de premiaciones cuando recibí el primer premio de la segunda jornada anual el nueve de mayo de mil novecientos ochenta y uno.
¿Qué piensa del proyecto Sonando en Cuba?
Muy bueno, porque da la posibilidad a las nuevas figuras de tener un espacio para darse a conocer y proyectar su trabajo. Importante para la sociedad desde todos los puntos de vista, recordemos que Cuba es un país de cantantes, y de políticos.
¿Qué sintió cuando ganó en “Todo el mundo canta”?
Que iba rumbo al camino artístico, hace solo cinco años que dejé mi otro oficio, la cocina, yo soy maestro de cocina; trabajé muchos años en comedores obreros para tener la posibilidad de proyectarme como artista en horarios nocturnos. A mí me gusta mucho cocinar, al ver complacidos a los que consumen mi comida, siento mucha satisfacción; del mismo modo cuando canto miro la cara de la gente, para ver sus reacciones y ver si están satisfechos.
¿Para usted qué lugar tiene el pregón dentro de la historia de la música cubana?
Es uno de los primeros, sabes que en siglo XVIII el pregón era una manifestación musical y había muchísimos pregoneros en Cuba, o sea que el pregón se convirtió en parte de nuestro acervo cultural, eso es muy bonito.
¿Cómo se siente interpretando El Carbonero?
Yo le agradezco a nuestro director Roberto Rodríguez Alpízar por haber creído en mí, que yo podía cantar son, siempre me destaqué en la balada, el bolero, eran los géneros fuertes míos. Roberto me confió tres temas: El carbonero, La Guarapachanga, y Bilongo; me siento presionado pero capaz de lograrlo, un negro prieto como yo que en Cuba no cante son es casi una vergüenza.
En este género que interpreto ahora, que hago la gente bailar, veo que la gente se divierte y esto me hace muy feliz. Creo que es el logro más grande que yo tengo dentro de mi carrera artística, ya sé que puedo cantar cualquier son y cualquier salsa.
¿Se siente realizado? ¿Cómo percibe la realización?
Estoy en vías de eso…Aunque mientras uno esté vivo es difícil alcanzarla, los éxitos son una cosa, pero la realización es una palabra mayor.
Algún ídolo dentro de la música cubana que pudiera mencionar…
A Benny Moré siempre que lo oigo me conmueve, desde niño, en él encontré una escuela, yo creo que todo cubano músico debe escuchar a Benny, dejó un gran legado, es lo más grande que ha tenido Cuba interpretativamente.
Una nota de sensualidad.
Leonor Zayas recibió por su desempeño tercer premio compartido
Leonor Zayas parece acumular con orgullo todo lo vivido en los escenarios durante más de treinta años, y tenerlo a flor de piel para mostrárselo a aquellas personas que con el propósito de desentrañar algunos de sus misterios, se acercan a ella. Este breve intercambio que ahora comparto se desarrolló en el camerino, mientras terminaba de maquillarse. Vale recordar que en la segunda temporada del concurso en el año 1981, Leonor mereció el tercer premio compartido.
¿Qué significó la experiencia de ir del canto coral a ser solista?
Hay diferencia, cuando se trabaja solo hay mucha más exigencia, te tienes que crear una proyección que convenza, enfrentarte a diferentes públicos. Por otra parte el canto coral también tiene sus ventajas, porque ayuda a formarte melódicamente, oyes muchas melodías, diferentes registros de voz, y eso te forma; como solista reconoces tu personalidad y te haces de un estilo propio.
¿Cuánto aprendió de Isolina Carrillo y que piensa de ella como compositora?
Para mí fue una gran experiencia, ella es el tipo de artista que te enseña desde todo punto de vista, sentimental, de ética, de estética, fue una maestra, una gran imagen, y aprendí muchas cosas de ella. Tuve la suerte de inaugurar Dos gardenias con ella allí, jamás lo podré olvidar. Un gran orgullo haberla conocido, cuando te veía un poco tensa te decía “vamos a relajarnos”, existió una gran empatía entre ambas.
Su experiencia en “Todo el mundo canta”…
Me presenté en la edición de mil novecientos ochenta. Fue una experiencia muy bonita, una base sólida para el futuro, trabajamos muchísimo, y recibí mucho afecto y cariño. Allí hubo grandes profesionales formando parte del jurado, como María Álvarez Ríos, que me ayudaron a mantenerme en mi carrera.
Hábleme un poco de su paso por Tropicana.
Tropicana fue una escuela para mí, yo dí hasta clases de ballet, con Santiago Alfonso, a quien admiro, porque es una persona muy buena. Allí estaba desde las nueve de la mañana, eran jornadas en las que se aprendía muchísimo.
¿Qué sensación le deja este espectáculo de Tradicionales…?
Este es un espectáculo mágico en el que tengo la posibilidad de compartir con grandes glorias de la música cubana, y recordar tantas épocas en una sola noche, es genial.
Me podrías comentar sobre algunos artistas que hayas admirado a través de todo estos años.
Bueno puedo decirte que a Omara Portuondo, Rosa Fornés, Celeste Mendoza, Gina León, Mercedes Valdés. Pero entre todos hay alguien que ocupa un lugar muy especial en mi corazón, se trata del gran pianista Emiliano Salvador, lo quise y lo querré siempre, que en paz descanse, trabajé mucho con él, y terminaba rindiéndome ante su enorme profesionalismo, era capaz de transmitir una tranquilidad increíble.
De la Balada a la guaracha
Sergio Farías en su año de éxito total, 1980
Tengo que reconocer que la primera vez que pude apreciar el trabajo de Sergio Farías en Tradicionales de los 50 me sentí muy sorprendido y a la vez experimenté una sincera admiración por su gran capacidad de desdoblarse hacia la interpretación de la música bailable. Unos días después sostuvimos este intercambio a través del correo electrónico.
¿Cómo recuerdas tu participación en “Todo el mundo canta”, y que repercusión tuvo ese momento en tu carrera como interprete?
Recuerdo “’Todo el mundo canta” como la realización de un sueño que desde niño compartía con mi familia y amigos y que se materializó con aquella aventurada idea de presentarme en ese certamen. Éramos un grupo de jóvenes que luchábamos por alcanzar algo que queríamos que nos acompañara toda la vida, conociendo incluso el riesgo de la posibilidad de no llegar a alcanzarlo. Nunca olvido que además del jurado, fue precisamente el público el que me colocó en sus corazones; porque obtuve el Gran Premio del jurado y la inmensa satisfacción de alzarme con el Premio de la Popularidad. Esto ocurrió en la primera temporada del concurso, en el año 1980.
Te puedo contar que la noche de la premiación al llegar a mi terruño de Regla las muestras de cariño y simpatía fueron extraordinarias, como para no olvidar nunca, el pueblo estaba en la calle eufórico, y expresaba sentir mi éxito como si también fuera de ellos.
En el espectáculo Tradicionales de los 50 interpretas piezas musicales que no son las que habitualmente uno conoce de tu repertorio; ¿cómo te preparas para esas interpretaciones y cuanto te aportan?
Soy un cantante que me he dado a conocer como cancionero, baladista, bolerista aunque siempre me gustó e interesó interpretar otros géneros tanto de la música cubana como internacional; por ello cuando Roberto Rodríguez Alpízar, nuestro manager, me propuso interpretar la música tradicional bailable tanto nacional como internacional es que decidí experimentar el reto.
Ha sido una experiencia inigualable pues nuestra música bailable tradicional es muy contagiosa para el mundo entero y ver bailar al público tan cerca de mí y con tanta alegría me llena de una total satisfacción por lo que llego a la conclusión de que ese viaje por diferentes géneros de la música tradicional ha significado un verdadero aporte a mi carrera profesional.
¿Qué significa para ti conocer con profundidad la historia de la música cubana?
La música cubana posee una gran riqueza rítmica y sus textos picarescos han tenido siempre excelente aceptación en Cuba y en todo el mundo y por el hecho de ser cubano sería imperdonable no conocer profundamente su historia y sus exponentes más valiosos, que por cierto son muchos. Cuba tiene un caudal de figuras que han pasado a la posteridad y son del conocimiento de los jóvenes de hoy en día que versionan esas páginas que se han inmortalizado.
Igual te digo que de nuestra música también se aprende mucho compartiendo escenario con sus grandes intérpretes y compositores; yo por ejemplo he tenido el privilegio de unir mi voz a las de Omara Portuondo, Beatriz Márquez y Barbarito Diez, entre otros. También siento el orgullo de haber podido defender esa música en alrededor de quince países.
¿Cómo influye el público de la noche de ayer, en el Sergio Farías de la noche de hoy?
Siento una gran satisfacción de presentarme cada noche en el espectáculo ‘’Tradicionales de los 50’’ uno de los espectáculos que reúne una serie de figuras de tan alta calidad que han llevado su música a infinidades de países con gran éxito.
Para mi cada noche de presentación es como si fuera la primera noche; el público siempre ha jugado un papel muy importante en mi trabajo, el contagio jubiloso y sus frases de elogio me han comprometido a tal extremo que le doy mucha importancia a cada detalle de mi actuación, desde el vestuario hasta la interpretación pues el resultado final siempre quisiera fuera la plena satisfacción del público que desde luego, al final, nos lo hacen saber a través de la recompensa de sus aplausos.