¿Mambo universitario?
Pocos saben que durante los años 50 del pasado siglo XX, uno de los lugares en donde sonó mejor y más pronto el recién estrenado ritmo Mambo, atribuido a Pérez Prado fue en la Universidad de la Habana. Después de los ensayos de rigor de la banda universitaria, se despedía de todos sus alumnos el director de la misma, José Ramón Betancourt. Lo que este señor no sabía es que después de su partida, las partituras del pegajoso ritmo volaban de atril en atril y se armaba una “descarga” insospechada en un local del stadium universitario. Como suele suceder, la voz se fue corriendo y los músicos, de poca técnica pero con muchas ganas de tocar, se aprendían poco a poco los compases de las canciones más famosas del contagioso mambo.
El Benny: Una voz inconfundible entre mil.
La llamada “Banda Gigante” de Benny Moré no era tan grande, pues sólo tenía cuatro trompetas, un trombón, cinco saxos más el piano, el bajo y la percusión. Es de notar que antes de armar su banda, al Benny se le ofreció grabar para el sello Panart con la famosa Sonora Matancera, la misma orquesta que acompañó a Celia Cruz durante una buena parte de su carrera. El Benny declinó, porque a su juicio, “la tal Sonora a él nunca le había sonado bien”. De más está decir que el inmenso carisma del Benny estableció a la Banda Gigante como la más popular de Cuba, aunque en honor a la verdad, ésta no tenía la precisión milimétrica de la orquesta de Pérez Prado, ni era una “Orquesta-Show” como los Havana Cuban Boys de Orefiche. El asunto era que el Benny ya por sí mismo era una atracción tan fuerte que se necesitaban pocos añadidos a la fórmula.
Toma chocolate y paga lo que debes…
El solista más brillante de la banda del Benny fue “Chocolate” Armenteros, tanto, que consiguió un contrato con la banda cubano-neoyorquina de Machito. Pero el músico tenía deudas en La Habana, una de ellas de 300 pesos (una fortuna para la época) con Enriquito, un trabajador de la sastrería Atlas, a la que todos los músicos encargaban sus trajes. No hubo forma que Chocolate se le escapara a Enriquito a EEUU sin pagarle la deuda contraída; tan famosa fue su persecución, que dicen que de ahí salió un número popularizado primero por la gran Orquesta Aragón y luego grabado por Nat “King” Cole, el del conocido estribillo: “Toma chocolate y paga lo que debes…”
La música cubana es una de las más exigentes del mundo.
Por sus distintas claves, síncopas y contratiempos, la música cubana requiere de dones especiales, hay que nacer para tocarla. Si se comete un error, por mínimo que sea, no hay modo de entrar de nuevo sin que la gente de oído entrenado se dé cuenta de la pifia; es por esta razón que tocar los compases de un género cubano se convierte en un verdadero desafío para los músicos europeos y norteamericanos. Para Benny Moré era tan natural como respirar. Sin embargo, poco a favor puede argumentarse acerca del oído musical de la famosa bolerista Olga Guillot; su falta de cuadratura incluso obligaba a los integrantes de alguna que otra orquesta a caerle atrás o a aguantar el paso. Esto suponía, además, una verdadera tortura para los directores, que con los audífonos puestos sudaban, tratando de corregir los pasajes musicales.
Fuente: “Elige tú que canto yo” de Leonardo Acosta.